domingo, 14 de febrero de 2010

Diario de una jaima azul 10 de Febrero de 2010

Allá en un rincón de nuestro despertar, el canto de un gallo lejano nos da los buenos días. Algunos legañosos desconocemos la ubicación de su corral, pero es la brisa del mar la que nos hace llegar, claras, las notas de su cantar. Hoy son ya 20 los días que llevamos concentrados frente al Ayuntamiento de Moguer, y hemos inventado un lema: 20 años, 20 días.

Desde muy temprano ha comenzado a llover, y es de nuevo el agua, la que hace el trabajo de otros. Juan Ramón, ya te veo hoy algo más limpio que ayer, aunque no como yo quisiera.

Nos llegan noticias de nuestros compañeros de Lepe a través de los medios de comunicación escritos, y es cuando reconocemos el gallo que cantaba al amanecer. El gallo resulta ser un Pollo Peleón, pero lo que ignora, es que el corral tiene dueño y si el gallo canta a deshoras…al día siguiente, sangre encebollá y arroz con menudillo.

Hoy al ser un día peculiar y señalado, quiero describir, para todos aquellos que no habéis pasado por aquí y no conocéis como es la jaima azul, este tan maravilloso lugar. (Dí una ligera descripción en el primer relato, pero igual que el viento, la jaima cambia de un día para otro y merece la pena describirla con todo lujo de detalles).

Se compone básicamente de una sombrilla tipo terraza de verano rodeada de unos finos toldos azules tanto en su contorno como en su techumbre, todos ellos atados con alambre de precintar contadores a varias válvulas de corte dispuestas estratégicamente a su alrededor, (esto es lo que se vería desde el exterior). Ya en su interior, tenemos dos mesas -una para colocar la comida y otra que hace las funciones de mesa camilla- varias sillas aprovechando el perímetro de la jaima para dar cabida al mayor número de compañeros y una estufa catalítica que además de darnos su abrigo por las noches, también mantiene los termos de café más calentitos; Tenemos una cuerda que rodea la parte superior de la sombrilla y en ella hay amarradas todo tipo de bolsas con cucharas, tenedores, vasos de plásticos, azúcar, dulces y todo aquello que no pese mucho. Hay también varias cajas plásticas donde se guardan zumos, batidos y refrescos ordenadas en el suelo. Y cuando llueve, como hoy, se nos hacen dos grandes charcos de agua en el centro, porque entre otras cosas, la tarima que tenemos no es flotante.

Pero lo más valioso que posee la jaima azul, señores gallos de corral, para todos los que tenéis más pico y espolones que ojos, para aquellos que no sabéis o no podéis ver a través del color azul…azul como el cielo, azul como el mar, azul como la libertad, azul como la humildad y la humanidad.

Lo más valioso……son las personas que se encuentran en su interior y que día a día esperan el canto del gallo para ir a hacer, lo que otros quieren sacrificar. Su trabajo.

Hoy me hubiese gustado haber citado otro relato de D. Juan Ramón, pero como veréis, tengo un humor de gallo.

Hasta mañana.

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