Hoy el cielo está cubierto de gaviotas. El mar se funde con el río Tinto y el agua es una mezcla de sal y sangre que baña toda la orilla. Las gaviotas tienen un vuelo desigual, disparatado y sin rumbo, intentando desafiar la fuerza del viento.
Hace poco ha parado la lluvia y todos los compañeros salimos de la jaima en busca de un esperanzador rayo de sol, pronto, los cuatro puntos cardinales lo desbaratarán.
Sigo leyendo “Platero y yo” y me topo con el capítulo “Los gallos”. En él, Juan Ramón relata su disconformidad con algunos acontecimientos de su época, todos ellos simbolizados en una pelea de gallos, donde los animales reflejan el odio de los hombres.
Y le llamaban “El loco”….pero con su actitud sólo mostraba que a veces es mejor ser el peor amigo de un burro, que el mejor amigo de un hombre. Con el cristal amarillo.
Lo de hoy ha sido vergonzoso por parte del señor Volante. A la salida de este de la casa Consistorial, nuestro compañero Leo se ha dirigido a él, diciéndole:
“Señor Volante, por favor, respete nuestros puestos de trabajo. Tengo hijos y una hipoteca que pagar, no nos deje usted en el paro. Si usted tiene hijos, piense que nosotros también los tenemos” (A todo esto, las fuerzas de seguridad se acercaban a nuestro compañero).
El señor alcalde se montó en su Wolfswagen Passat, bajó la ventanilla y se marchó con la eterna sonrisa en los labios con la que ya nos tiene acostumbrados. A los pocos minutos los agentes de la autoridad visitaron la jaima azul preguntando por nuestro compañero para tomarle todos sus datos personales (por orden del señor alcalde) cumpliendo con su trabajo (porque nosotros no olvidamos que ellos también son trabajadores).
¿En qué siglo estamos?
No sólo nos acosa con la autoridad, nos niega nuestra libertad de expresión, si no que además, no puedes decir que tus hijos van a quedarse sin comer.
Señor Volante, las gaviotas le están nublando las ideas, pero lo que más nos preocupa es que también están nublando su humanidad y su humildad. Ya no es ese político que a una parte de su municipio pudiera caer bien cuando lo eligieron. Estamos descubriendo su verdadera cara, su cara más amarga, esa que lo aleja realmente del pueblo que un día confió en usted.
Está convirtiendo su municipio en una diminuta plaza de reñidero, donde dos gallos de pelea, dos monstruosas y agrias flores carmines, de despedazan, cogiéndose los ojos, clavándose los espolones y todo ello, sin hacer ruido alguno.
¿Sabe qué es lo peor de todo?
Que Juan Ramón le está viendo y por mucho que él lo desee, no puede irse.
Hasta Mañana.
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