martes, 23 de febrero de 2010

Diario de una jaima azul 19 y 20 de Febrero de 2010

De nuevo fueron las mujeres las que pernoctaron en la jaima, acompañadas por las estrellas, volvieron a demostrar su valentía y solidaridad. Aunque en esta ocasión, sí que pasaron la noche alguna de las afectadas. Los compañeros estuvieron con ellas hasta altas horas por seguridad.

Como habrás podido comprobar, querido lector, seguimos aquí. Eso quiere decir que las cosas siguen sin arreglarse. Nos hubiese gustado que toda esta historia llegase a su final, pero al parecer esto se va a convertir en una película donde la felicidad no está en el guión.

Sigo con la lectura de “Platero y yo”, me enternece el relato de “La Perra Parida”, es una demostración de preocupación de una perra al ver como la separan de sus cachorros. Ella como posesa, olisquea, ladra, se asoma a los vallados, el nerviosismo que la inunda es enorme, y no cesa en su empeño de volver a tenerlos junto a ella, hasta que durante la noche y sin que nadie pueda sospechar nada, sale en busca de sus perritos y los devuelve a su regazo uno por uno.

Este relato nos da que pensar al grupo, porque ese entusiasmo, ese nerviosismo no lo estamos viendo en nuestra historia. Seguimos aquí, un fin de semana más, sin importarle a nadie nuestro estado. Y no es por estar aquí…porque el grupo cada vez es más fuerte, sino porque queremos simplemente volver a tener lo que teníamos. Normalidad y rutina diaria. Aquella que no sabes valorar hasta que no la pierdes. Como los grandes amores.

Quiero volver a despertar a las 7 de la mañana, arreglarme e ir a mi puesto de trabajo, desayunar, hacer mi jornada junto a mis compañeros, volver a casa y poder disfrutar de los míos. Acompañarme en la tarde de paseos eternos, un sorbo de café en buena compañía y jugar con mi hijo, después, mirar a los ojos de mi mujer y perderme en sus labios.

Si la rutina es motivo de agobio para las personas, dame tu rutina, pues con ella mi felicidad está asegurada.

La ilusión se nos viene y se nos va, las fuerzas las tenemos intactas, el buen ambiente impera en el grupo, pero…mi rutina, ¿quién nos la está robando?

A ti, ladrón de rutinas, tú que tienes la tuya y estás invadiendo la mía. A ti que eres el director de esta película dramática. Dale un final feliz y no hagas de nosotros los pasajeros de un barco sin rumbo que se hunda en alta mar, no hagas con nosotros “caldito de perro” para un niño enfermo. Es de vergüenza señor Volante que usted pueda tomar una Shandy (que por cierto, bebe usted lo mismo que yo) en compañía de su esposa el sábado a mediodía en la Plaza del Cabildo y que yo sólo pueda ver a mi esposa diez minutos antes de volver a la jaima.

Tal vez ellos pensaran: - ¿Quiénes serán esos hombres que conviven dentro de una jaima azul?

¡Quienes habíamos de ser! Nosotros…. ¿verdad Platero?

Hasta Mañana

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